lunes, 1 de junio de 2015

Sexto día: ¡La Habana!

Hoy ya salíamos para La Habana y para despedirnos de Varadero nos levantamos a las 7 y nos fuimos a caminar por la playa, después desayunamos y a las 9 ya nos estaban pasando a buscar, puntuales, como siempre.

 


Casi una hora y media recogiendo a otros turistas de otros hoteles de Varadero y llegamos a La Habana a las 13:30 horas, nos peleamos un rato con el mostrador para  que nos dieran la tarjeta de internet que nos correspondía por el Melia Rewards (considerando que las conexiones en La Habana son carísimas).



Para conocer bien La Habana, en el poco tiempo que teníamos para hacerlo, decidimos contratar los servicios de Yoander, que es un cubano que se armó un pequeño grupo de universitarios que por 15 cuc al día te muestra la ciudad desde el punto de vista del cubano, sin perder ninguno de los puntos turísticos. Sin duda fue una de las mejores decisiones del viaje.
De esta forma, a las 14:30 horas salimos con Carlos, del grupo de Yoander, a caminar por La Habana, nos tomamos un taxi compartido (son esos coches que quedaron desde antes de la revolución que ofician casi como colectivos, siempre cumpliendo un recorrido prefijado y con tarifa plana, 10 pesos cubanos o 0,4 cuc por persona) hasta la Plaza de la Revolución, donde recorrimos el monumento a José Marti hasta el Palacio de Gobierno y no vimos ni a Fidel ni a Raúl, será la próxima.

 

 

 



De ahí, otro taxi compartido hasta la heladería Coppelia donde nos tomamos dos helados, de ahí caminamos hasta la Universidad, después al Habana Libre (el que era el Hilton antes de la Revolución), fuimos hasta el hotel Nacional a ver las fotos de los famosos y los pavos reales y de ahí al edificio Focsa, donde en el último piso hay una confitería donde tomamos un mojito y dos limonadas.


 

 

 

 

 

 


 



Para llegar hasta el malecón, tomamos otro taxi para ver las obras de la Bienal de Arte de La Habana (justo coincidió con nuestro viaje), caminamos hasta  La Habana vieja y ahí tomamos otro taxi para cruzar el túnel hasta la Fortaleza San Carlos de la Cabaña (que es la fortaleza donde estuvo el Che los primeros años de la Revolución).

 


 

 


A las 20:30 horas comenzó la ceremonia del Cañonazo (que es la simulación de cuando en la época colonial se cerraba el puerto con cadenas y las puertas de la ciudadela, avisando con un disparo de cañón) y Caro se cagó en las patas con el estruendo.
De  ahí nos tomamos una "guagua" de nuevo hasta La Habana vieja y otro taxi hasta el hotel.
Cenamos en una hamburguesería con jugos naturales y nos fuimos a dormir cansadísimos pero felices a las 23:30.

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