domingo, 31 de mayo de 2015

Quinto día. Bucear en Cuba

Nos despertamos a las 7:30 y desayunamos juntos,  pero a las 8:30 me pasaron a buscar para ir a bucear a Playa Coral (a unos 25 km al este de Varadero) y Caro se quedó estudiando en la pileta del hotel.

 


sábado, 30 de mayo de 2015

Cuarto día: Tres ciudades

Hoy vamos a ir a uno de los lugares que más ansiábamos visitar cuando imaginamos nuestro viaje a Cuba, Santa Clara y el mausoleo del Che.
Nos despertamos muy, muy temprano, a las 5:30 horas ya estábamos arriba y a las 5:45, tomando un café con Vladimir en el Rock Café.

viernes, 29 de mayo de 2015

Tercer día: Uno de los cayos

¡Hoy nos vamos a Cayo Blanco en catamarán! Después de desayunar en el buffet nos pasaron a buscar a las 8.15 puntual (hecho que viene desmintiendo el dato que nos habían dado de que los cubanos son impuntuales), pero igual llegamos tarde a la marina porque unos americanos aseguraban que le habían dado mal la hora y hubo que esperarlos, pero juro que no les creímos nada (este tipo de actitudes de los turistas es la que después genera el mito de la impuntualidad cubana, a decir verdad, a lo largo de los siete días nunca fueron impuntuales por motivos propios, cuando llegaron tarde siempre fue culpa de los turistas que no estaban listos a la hora convenida para su retiro).

jueves, 28 de mayo de 2015

Segundo día: Dolce far niente

En el primer día de Varadero, como todas las excursiones se deben contratar en el lugar y no se puede por internet, lo vamos a dedicar al dolce far niente sin culpas ni cargos.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Primer día: Y finalmente, llegamos a Cuba

Unos días antes, Pablo y Natu vinieron a visitarnos a Madryn, por lo que coincidimos en el vuelo hacia Buenos Aires.
Pasamos un día en la "gran ciudad" y a las 11 de la noche mi viejo nos acercó hasta Ezeiza. El vuelo salía a las 4 de la mañana, pero esperábamos poder entrar al salón Centurión y comenzar nuestras vacaciones desde temprano. Recién pudimos despachar las valijas a la 1.30, pero calculamos bien, fuimos los primeros y nos zambullimos en los sillones del salón de American Express para llenarnos la panza de sanguchitos.